viernes, 11 de junio de 2010

Desde el tren

Una silueta gris, con un perrito
alza un poco la mano en la distancia
en un gesto de “adiós”, de “vuelve pronto,
porque aún no te has ido y ya te añoro”

Unos ojos de mar, que me imaginan
dentro de algún vagón. Mirada inquieta,
por la duda de siempre: “estás tan lejos
y ya no puedo atarte con mis manos”

Y esa mirada azul me prende el alma,
como un viejo alfiler de su corbata,
y se me queda atrás, allí prendida
en el nudo dolor de su garganta.
Mi corazón, mi amor, quedó contigo,
acogido en el hueco de tu abrazo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Hablando de imposibles




Cuadro: Arbol junto a la Bahía. (mío)

No me creias

muy capaz de iniciar alguna dieta,

y de repente ves

cómo desaparecen a tus ojos

antiestéticas lorzas

y tristes michelines

al tiempo que en tu frente

se dibuja una arruga

que delata que algo te preocupa.

No, no es el miedo

a que me desintegre

y a que desaparezca entre la ropa,

y tampoco es el miedo

a que me lleve el viento de levante

hasta el lado contrario del Estrecho,

como si fuera

una bolsa de plástico vacía.

Te da miedo que un día

me descubra más guapa

y me marche a volar

junto a otros brazos,

Pero eso, mi amor, es imposible

pues no hay brazos más amplios,

ni mirada más dulce,

o sonrisa más tierna;

y no hay barba más blanca,

ni poemas más bellos

o caricias más mías

… que las tuyas.

sábado, 24 de abril de 2010

Mentes maravillosas


Cuadro: Francis Bacon


A veces
una mente se escinde entre dos mundos:
la realidad de ahora, de su gente,
de la calma segura de su casa,
de la compra, el mercado, la rutina...
La otra realidad
es la amenaza oculta entre la oscura
sima del inframundo amenazante
en el que hasta la luz se vuelve opaca;
y aparecen los genios de la noche
con oscuros gabanes sobre sus trajes grises
comandados por alguien que hasta este momento
no era más que uno más en su trabajo
la familia o incluso los amigos.
Y cuando eso sucede ya no hay nada
que reconstruya el lazo
hasta el exacto punto inmediato anterior
a esa ruptura.

.

jueves, 1 de abril de 2010

Madre



Los recuerdos se escapan del hoy y del ahora
los nombres, las palabras, se escurren en el tiempo
y el brillo de sus ojos se ensombrece un poquito.
Con un gesto infantil, me mira preguntando
¿y ahora quién eres tu?
Yo sé que me conoce, y que en alguna parte
de esa nube de sombras que ha enturbiado su mente
el amor permanece tan claro, tan presente
como aquel mismo instante que me hizo en su cuerpo.
Y yo la voy llevando con palabras muy dulces,
por caminos de tiempo al lugar de quien soy,
tratando de amagar el golpe de tristeza
que bloquea mi voz.
Y una estrella pequeña se abre paso en la luz
de su mirada de agua, hasta llenarlo todo
hasta abarcarme entera
¡Ay, hija perdóname!

Ya me recuerda.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Perseidas

Brillante escombro soy aunque a veces parezca
tener la oscura magia de pérfidas Medeas,
de Circes que sacaron, a la luz de los hombres,
sus profundos misterios.
Pedazo de un cometa que surca el firmamento
con destellos de fuego, de brillos, de colores,
para acabar hundida en algún horizonte
y así que nada o nadie encuentre rastro alguno
de lo que pude ser.
Llego hasta ti flamante desde el noble Perseo
en noches de verano, y alguna en primavera,
cuando el cielo está limpio,
cuando no me hace sombra la luminosa luna
para que tu no sepas
que yo tan solo soy
un cascote de estrella.

viernes, 9 de octubre de 2009

Nena


Hace unos meses un compañero de trabajo y amigo, me pidió que pintara al óleo el retrato de su perrilla Nena. Una chow-chow de 14 años. Poco después de entregarlo, Nena se fue para siempre al cielo de los perros que, digo yo y así me lo parece, está junto a su amo hasta que éste se va con ella.

La relación de un amo con su perro es tan especial, que cuando estos se van sentimos que hemos perdido algo más que un amigo; con nuestro perro se va un trozo de nosotros mismos, tal es el mimetismo que éstos consiguen con su amo.

Dedico el retrato a todos los que hayáis perdido a vuestro amigo, y lo acompaño con la hermosa elegía de Unamuno, que cada vez que leo me pone una lágrima:


La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.

Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.

Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?

¡El otro mundo!
¡Otro… otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran…

¡El otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?

Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?

¡El otro mundo!
¡Otro… otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!

Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!…
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!

¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?

Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?

Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?

¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?

El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!

Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?

¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!

Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?

Miguel de Unamuno (1864-1936)

domingo, 28 de junio de 2009

El retrato a lápiz

El retrato es un reto y una es mujer de difíciles. Casi tan difícil es pintarlo como conseguir un modelo que, gratis, se preste a pasarse un par de horas mirando y sonriendo sin pestañear.

Como todo retrato, éste tiene sus historias, la artística y la patética, la patética supuso perseguir a mi modelo por toda la casa con la cámara del móvil en la mano, hasta conseguir el enfoque y la luz adecuada. No es nada fácil porque para pintar y dibujar hay que hacer juegos de luces y sombras, esperar la de la tarde, arrinconar al modelo en la terraza, conseguir que sonría (pero no demasiado) y hacerle las fotos que se deje, en este caso solo dos.

La artística fue menos complicada. Imprimí la foto a tamaño folio, la dividí partiendo del eje principal y medí al milímetro todas las distancias. Después todo fue sacar formas, sombras, luces y esa mirada dulce y azul que le traiciona, y que es la que hizo que me decidiera a perseguirle por el resto de mis pasillos. Siete años de pasillos llevamos ya.

Después había que poner a prueba la obra, así que aproveché una visita de sus hijos y nietos, de 3 y 2 años estos últimos, y les enseñé el dibujo. Cuando les vi señalar con el dedito diciendo "el ahuelo!" supe que ya estaba terminado.

No me dirán que no es guapo.