viernes, 9 de octubre de 2009

Nena


Hace unos meses un compañero de trabajo y amigo, me pidió que pintara al óleo el retrato de su perrilla Nena. Una chow-chow de 14 años. Poco después de entregarlo, Nena se fue para siempre al cielo de los perros que, digo yo y así me lo parece, está junto a su amo hasta que éste se va con ella.

La relación de un amo con su perro es tan especial, que cuando estos se van sentimos que hemos perdido algo más que un amigo; con nuestro perro se va un trozo de nosotros mismos, tal es el mimetismo que éstos consiguen con su amo.

Dedico el retrato a todos los que hayáis perdido a vuestro amigo, y lo acompaño con la hermosa elegía de Unamuno, que cada vez que leo me pone una lágrima:


La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.

Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.

Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?

¡El otro mundo!
¡Otro… otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran…

¡El otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?

Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?

¡El otro mundo!
¡Otro… otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!

Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!…
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!

¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?

Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?

Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?

¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?

El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!

Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?

¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!

Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?

Miguel de Unamuno (1864-1936)

domingo, 28 de junio de 2009

El retrato a lápiz

El retrato es un reto y una es mujer de difíciles. Casi tan difícil es pintarlo como conseguir un modelo que, gratis, se preste a pasarse un par de horas mirando y sonriendo sin pestañear.

Como todo retrato, éste tiene sus historias, la artística y la patética, la patética supuso perseguir a mi modelo por toda la casa con la cámara del móvil en la mano, hasta conseguir el enfoque y la luz adecuada. No es nada fácil porque para pintar y dibujar hay que hacer juegos de luces y sombras, esperar la de la tarde, arrinconar al modelo en la terraza, conseguir que sonría (pero no demasiado) y hacerle las fotos que se deje, en este caso solo dos.

La artística fue menos complicada. Imprimí la foto a tamaño folio, la dividí partiendo del eje principal y medí al milímetro todas las distancias. Después todo fue sacar formas, sombras, luces y esa mirada dulce y azul que le traiciona, y que es la que hizo que me decidiera a perseguirle por el resto de mis pasillos. Siete años de pasillos llevamos ya.

Después había que poner a prueba la obra, así que aproveché una visita de sus hijos y nietos, de 3 y 2 años estos últimos, y les enseñé el dibujo. Cuando les vi señalar con el dedito diciendo "el ahuelo!" supe que ya estaba terminado.

No me dirán que no es guapo.

domingo, 14 de junio de 2009

Laguna de El Picacho


Esta laguna, situada en el Parque Natural de Los Alcornocales, es un lugar bonito donde los haya. La foto origen del cuadro la tomé al atardecer, en esa hora mágica en la que la luz tiñe los objetos y la atmósfera de una pátina especial. En el original los colores son más vivos y se aprecia mejor la profundidad. El estilo, como veis, es tirando a impresionista, aunque no me atrevo a decir que pinto con un estilo propio, estoy totalmente verde todavía.

Me esforcé por reflejar en el cuadro esa luz, y esa atmósfera del parque.

El cuadro está pintado al óleo sobre lienzo, de 30x40 cms. Los bordes exteriores continúan el cuadro para poder colgarlo al aire o situarlo sobre un marco.

La pintura y la poesía

Hace tiempo, mucho tiempo me parece ya, que no escribo poesía. Sin embargo hay un rinconcito en el alma de cada uno donde reside el genio, elfo, duende, bicho... lo que sea, que nos empuja a expresarnos de alguna manera.

Llevaba dándole vueltas a la idea de pintar desde hace tiempo, ya lo había hecho hace muchos, muchos años, y no se me daba mal, como decimos todos. Quizá el vértigo de enfrentarnos al desconocimiento de la técnica, y un sentimiento de "no puedo" me hizo desistir de reintentarlo durante más de 30 años.

Las pasadas navidades (2008-2009), el que más pinta en mi vida, me regaló un caballete, óleos, medios, pinceles... todo lo necesario para empezar, y me dijo: ánimo, todo lo que pintes a mi me gustará. Es imposible resistirse a tales ánimos, así que empecé a pegarle puñetazos a la tabla con el pincel. Una amiga, un par de meses después, me sugirió acompañarla a un taller, dirigido por una excelente profesional, licenciada en Bellas Artes, Toñi, quien me enseñó a ver los colores y a manejarme con los pinceles.

Y aquí estoy seis meses después.