miércoles, 12 de mayo de 2010

Hablando de imposibles




Cuadro: Arbol junto a la Bahía. (mío)

No me creias

muy capaz de iniciar alguna dieta,

y de repente ves

cómo desaparecen a tus ojos

antiestéticas lorzas

y tristes michelines

al tiempo que en tu frente

se dibuja una arruga

que delata que algo te preocupa.

No, no es el miedo

a que me desintegre

y a que desaparezca entre la ropa,

y tampoco es el miedo

a que me lleve el viento de levante

hasta el lado contrario del Estrecho,

como si fuera

una bolsa de plástico vacía.

Te da miedo que un día

me descubra más guapa

y me marche a volar

junto a otros brazos,

Pero eso, mi amor, es imposible

pues no hay brazos más amplios,

ni mirada más dulce,

o sonrisa más tierna;

y no hay barba más blanca,

ni poemas más bellos

o caricias más mías

… que las tuyas.

6 comentarios:

  1. Creo que el poema gana vuelo según avanza. El principio, exposición imprescindible para llegar a donde se llega, me resulta, quizá, coloquial en exceso, y acaso algo carente de ritmo (tal vez sea mi forma de leerlo, que también es posible). Sin embargo, a partir del verso, "Te da miedo que un día..." creo, como decía al principio, que el texto gana intensidad expresiva y lírica. Y, por supuesto, testimonial; un testimonio que habla de una razón de amor con la que coincido plenamente, aunque en mi caso, no es una barba la que me llama (guiño cómplice).

    Un abrazo.

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  2. El óleo, todavía con algunos ocres, resistentes huellas del Invierno, pero ya invadido del verde pujante de esta Primavera inconstante, tiene, por esto, un punto de nostalgia que matiza los azules suaves de un cielo en calma.

    Creo que sin ser de los mejores tiene un algo personal que quizás no tengan otros anteriores.

    De todas formas no me hagas mucho caso que yo de pintura entiendo lo justo.

    De poemas entiendo un poco más y desde luego este me parece sublime y emmocionante. Tal vez no tenga la brillantez que da la estructura de un soneto pero respira sinceridad a raudales y una sencillez que prende en el corazón.

    Se queda uno sin palabras.

    Un beso enorme.

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  3. Estimado Antonio, efectivamente tiendo a hacer dos poemas en uno y a terminarlos demasiado rápido. Yo creo que mis finales ganan porque aprendí a escribir poesía con los sonetos, donde ya sabes que los 6 ultimos versos suponen el encaje y cierre del contenido de los anteriores. Pero bueno, espero que con el tiempo y tus sabios consejos acabe mejorando en esta nueva etapa mía como escritora.

    Me apunto "repasar antes de colgar" :)

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  4. Querido Manolotel, los árboles tienen algo especial para mí, quizá sea que se les puede abrazar y algunos hasta te devuelven el abrazo. Me gustan porque están ahí, tan majestuosos y a la vez tan imponentes.
    A este no le dediqué quizá todo el tiempo que debiera porque lo hice en momentos muy espaciados que no me permitían concentrarme. Además ahora estoy en fase de transición a otro tipo de pintura, más simbolista y probablemente más difícil.

    El poema, como te habrás percatado pues eres un poeta genial, tiene sus contras, pero para cierto corazón (además del mío) será el más bonito del mundo... y no digo cual.

    Un beso.

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  5. Bueno, bueno, aquí hay mucha complicidad, eh: hay que ver lo bien que concierta el cuadro con el poema, ambos crecientes (y tampoco digo más; bueno sí: abrazos).

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  6. Claro, claro, de eso se trata, amigo Alfredo, aunque el árbol está ya madrito y no sé si crecerá más, salvo a lo ancho.

    :) abrazos y gracias por este saltito.

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